Desde pequeño había considerado que mi religión era la verdadera, esto cambió tiempo después que encontré la riqueza de la ignorancia.
La ignorancia puede convertirse en un impulsor del aprendizaje, cuando intencionalmente comienzas a investigar, a indagar. En lo personal me considero un agnóstico, y me considero como tal por el inquietante deseo de conocer y aprender.
Cada persona es ignorante, al menos en un sinfín de áreas, pero depende de cada uno de nosotros el aprender a aprender, y es en este aprendizaje donde el cuestionamiento que se realizan a cada una de las religiones, deja a aquellos que prefieren la ignorancia, en sus albricias de sus más íntimos y oscuros deseos por no darse a descubrir al conocimiento.
La ignorancia jamás podrá ser erradicada de nuestras vidas, pero para un fanático religioso, considera a la ignorancia como un ser que vive fuera de las murallas de su mundo, porque para él su conocimiento es el único, pero lo que no sabe es que es la ignorancia en su más profunda esencia.
Da gracias a la ignorancia, pues es la que nos inspira a, descubrir, a anegarnos en un mar de letras que nos permitan ampliar nuestras mentes. Y que con este conocimiento podamos comprender a aquellos que abrazan la ignorancia como la única verdad que los salvará de un futuro incognosible.
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