El precio del escepticismo




Hace algún tiempo escuchaba decir a una persona que cuando un cristiano se declaraba ateo, agnóstico o librepensador es porque él o ella jamás había creído realmente, porque todo aquel que realmente cree en dios no puede dejar de creer en él. 

Al escuchar aquella disertación me sentí muy molesto, porque existe, además de una falta de empatía, un claro desconocimiento del porqué una persona puede separarse de la fe en su religión. Y precisamente quiero disertar en esta entrada sobre el precio que trae el escepticismo.

Imagina por un momento que las personas que más aprecias se comienzan a alejar de ti, los que decían quererte te comienzan a ver de forma diferente; aquellas personas que decían confiar en tu persona, comienzan a desconfiar de ti. ¿Cómo te sentirías?

Un escéptico es una persona que cuestiona y busca evidencia, es decir, no duda únicamente por dudar, sino que va en busca de la evidencia que soporte aquello de lo que duda, y si tal evidencia no existe entonces sencillamente no cree. El problema comienza a aparecer cuando este escepticismo choca con las creencias de quienes te rodean.

Sí tu mi amigo o amiga eres un creyente, hay algo que debes saber y que quizá se te pueda dificultar comprender, cuando una persona abandona su fe atraviesa un camino doloroso. El camino de creer al escepticismo está lleno de sentimientos encontrados; está lleno de dolor especialmente porque se prevé el rechazo que se pueda llegar a tener por otros creyentes que en su mundo consideran a aquellos que no creen apostatas; y que con el simple hecho de apostatar dejan de ser seres humanos dignos, esto para mi no tiene sentido.

El precio de tener libre pensamiento, de ser una persona capaz de cuestionar tus propias creencias es alto. Vivimos en una sociedad, refiriéndome a Latinoamérica, donde la mayor parte de las personas es cristiana, entonces que alguien diga que no es creyente automáticamente lo convierte en una minoría y adquiere todas las generalidades que tienen aquellos que no son parte de la mayoría.

Muchos cristianos juzgan a grupos de personas de otras creencias como el Islam o los Amish que son tajantes al tratar a una persona que deja su religión, y no se dan cuenta de que también le dan un tratamiento similar, como el tratar de reconvertirlo por considerar que la persona está condenada a un infierno.

Muchos agnósticos, ateos, libre pensadores o humanistas, dependiendo como les guste llamarse, viven una doble vida. Viven en las iglesias donde pueden compartir en comunidad, pero temen expresar sus ideas para evitar los señalamientos y el rechazo del grupo. Si dentro de la misma religión cristiano evangélica existen señalamientos entre ellos, cuanto no más para alguien que está “dentro” y declara su duda o no creencia.

Ser un no creyente en un mundo de creyentes es prácticamente vivir en el anonimato, es estar dispuesto a padecer inclusive del rechazo familiar, si los papás son creyentes también se debe estar dispuesto a escuchar la tristeza que sienten al ver que su hijo o hija el demonio lo ha sacado del camino de dios; y eso mi amigo o amiga duele porque a pesar de que no somos personas creyentes tenemos sentimientos iguales a los tuyos.

Y por último está la sensación de que has traicionado tu “tradición” familiar, de ser creyentes a no serlo.

Cualquier persona que siendo un creyente, por calificarlo de alguna manera digamos que es devoto, y esta persona comienza a dudar dentro de ella, lo primero que experimentará es culpa al estar cuestionando sus creencias y negará todo para tratar de permanecer en ellas. Pero si prosigue, llegará un momento en el cual se dará cuenta de que ha dejado de creer y comenzará a experimentar miedo de rechazo, máxime cuando esta persona ha estado en alguna posición de liderazgo. Algunos serán coherentes y se lo dirán a todos, otros preferirán guardárselo para evitar tener que perder amistades y por sobre todo a su familia.

Muchos que han “apostatado” su personalidad sigue siendo la misma, pero su familia lo trata como si fuera el mismo "diablo" y lo abandona, de eso es lo que muchos se quieren librar.

Como agnóstico sé que es absurdo decir que dios existe, asimismo es absurdo decir que no existe, mi postura es neutral, pero sí sé que independientemente de su existencia cada persona puede dar lo mejor de sí, y sin importar si tú eres o no creyente, debemos comportarnos con valores como seres humanos que somos, lamentablemente así como hay creyentes que rechazarán a aquellos que dejen sus creencias, también hay no creyentes que no respetan a los que sí creen, pero ese es otro tema.


Pero como discurría al inicio, el precio de no creer es muy alto porque existe un paradigma que debemos romper de raíz y llevarnos bien todos como seres humanos que compartimos un mismo mundo, ya sea que creas o no en dios.

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