En enero de 2015, un diputado en Guatemala propuso una nueva iniciativa de ley: hacer obligatoria la enseñanza de la Biblia en las escuelas. Como era de esperar, las opiniones que surgieron al respecto comenzaron a inundar las redes sociales, unos a favor y otros en contra.
Las razones del diputado pueden ser muchas. Con honestidad no creo que sea por fanatismo religioso o porque él se considere un cristiano devoto. Creo que esto se centra en los intereses políticos, después de todo, la mayor parte de la población es cristiana, por eso lo apoyarían al escuchar esta iniciativa, creerían que viene de dios.
El cuestionamiento sobre este caso es: ¿Es viable o no la enseñanza obligatoria de la Biblia?; da lugar a muchos argumentos. Por lo general si la persona a la que se le cuestione es cristiana, dirá que sí lo es; pero si le preguntamos a un no cristiano, dirá que no. Si a los cristianos evangélicos les decimos que la enseñanza obligatoria de la Biblia será por sacerdotes católicos, se retractarán y dirán que no; lo mismo sucedería con los cristianos católicos si se les dijera que sería un pastor evangélico.
La viabilidad de una propuesta absurda como ésta depende del ojo de quien la observa. Si a los grupos que mencionaba con anterioridad les dijéramos que en lugar de la Biblia sería el Corán, en ese momento se levantarían a exigir sus derechos de libertad de creencias, dirán que no se les debe imponer otra.
Vuelvo a hacer el cuestionamiento, pero en esta ocasión lo hago para mi persona: ¿Es viable o no la enseñanza obligatoria del Biblia?; mi respuesta es no, no lo es ni debe serlo. Vivimos en un estado laico, donde se respeta la opinión del individuo, sí, pero también existe una separación entre iglesia y estado. Preferiría que se enseñe religión, pero como una asignatura parte del estudio de los estudios sociales, en la cual se analice y se cuestione con apertura mental cada una de las diferentes religiones del ayer y de hoy, sin hacer fanáticos de alguna de ellas.
La enseñanza obligatoria de un libro como la Biblia, es equivalente a decirle a nuestros hijos qué es lo que deben pensar; en lugar de fomentar cómo pensar. Fomentar una religión en particular es sembrar la discriminación a las minorías que no creen lo mismo.
Leía un comentario de un cristiano dirigido hacia los no creyentes; en éste hacía alusión a esta propuesta de ley. No voy a reescribir lo que él escribió, voy a limitarme a parafrasearlo: "Los ateos, humanistas y otros que no creen, son una minoría. La mayoría somos cristianos y queremos esto. Ya que ustedes son minoría: ¡Guarden silencio!"; discriminación en su pura esencia. Yo le diría a mi amigo cristiano, quien escribió ese comentario, y qué tal si te enviáramos a un estado islámico, ahí serías una minoría, ¿Guardarías silencio?. Creo que no lo haría.
Todos tenemos derecho a creer en lo que queramos. Todos tenemos la obligación de respetar las creencias de los demás. El problema está cuando una creencia quiere dominar a otra, ahí se pierde la obligación del respeto.
La religión no es necesaria para que existan buenos ciudadanos. Hay creyentes malos, así como creyentes buenos. Hay no creyentes malos, así como no creyentes buenos. Al igual que en un estado laico, existe una separación entre ser bueno y la religión. La enseñanza de un libro tan confuso, contradictorio, misógino, pro-esclavitud como la Biblia, no merece tan siquiera ser considerada como algo que valga la pena estudiar, al menos desde la perspectiva de base moral. Es por esto que opino que esta iniciativa de ley es una propuesta absurda.
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