Hace unos días estaba ayudando a mis sobrinas con la tarea de la escuela. Leyendo sus cuadernos de apuntes me di cuenta de que estaban viendo el tema del origen del ser humano.
A lo largo de sus apuntes pude constatar que el tema lo estaban viendo superficial. Al menos mencionaron la cosmovisión maya, pero por supuesto que mencionaron la cosmovisión cristiana.
Si la cosmovisión cristiana fue tomada de forma simple, no sé como catalogar cómo vieron los estudios científicos sobre la creación de nuestro universo y del origen del hombre. Casi ni lo mencionaron.
Después de leer le pregunté a una de mis sobrinas ¿Cuáles son las creencias sobre el origen del ser humano? Su respuesta me sorprendió: la respuesta está en el génesis, dios creó al hombre y nada más. Venimos de Adán y no del mono. Los científicos no saben nada.
Debo ser honesto, esta respuesta me causó enojo, desconcierto y al mismo tiempo comprensión. Cuando tenía la misma edad que ella, pensaba lo mismo. Cuando alguien me hablaba de «La gran explosión» de forma casi inmediata pensaba que esa persona venía con un mensaje del diablo. Creía que los científicos lo único que tenían que hacer era leer la biblia en lugar de querer descubrir.
Que un niño aprenda este tipo de creencias no es lo malo, al contrario, el conocimiento es poder. Lo malo de esto es que se les enseñe que son verdades absolutas que porque lo dice un libro sagrado es cierto y no se puede debatir.
Estoy de acuerdo con que un niño aprenda la cosmovisión cristiana, pero que también aprenda las otras formas de ver el origen del universo como una forma de enriquecerse mentalmente. Por sobre todo es importante que se enseñe a que piensen si algo es o no cierto.
Opino que a los niños se les debe enseñar a pensar y no en qué pensar. Por lo pronto no quise entrar en discusión. Después de todo apenas es una niña, pero sí sé que puedo mostrarle otras formas de ver el origen del universo y del hombre. La he llevado al museo del niño, la he expuesto a experimentos científicos. Con el tiempo ella misma tomará la decisión de seguir creyendo que el universo inició hace 6000 años como lo dice la biblia, o aceptar que nuestra existencia no tiene nada sobrenatural.
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