A febrero 2021 el Covid19 continúa presente en nuestra vida cotidiana. Hemos aprendido a vivir con este virus; hemos aprendido modalidades nuevas de trato con las personas; hemos aprendido a cuidarnos mejor ya que ahora tenemos un conocimiento más profundo de lo que nos enfrentamos.
Con tristeza me he tenido que despedir de amigos y de conocidos. He sido uno de los afortunados que, al menos al momento, no ha tenido un familiar que fallezca por esta horrenda enfermedad. También he sido testigo de muchos pastores que lamentablemente han fallecido a consecuencia del virus.
Primero que nada quiero dejar claro que causa tristeza ver que una persona sufra por esta enfermedad; en especial las familias quedan dolidas. Ahora el punto que veo es el siguiente: ha llegado el momento en que —en especial los creyentes— se debe dejar por un lado las creencias de sanidades milagrosas, para enfocarse en apoyar la investigación científica.
La mirada de muchas personas ha estado en estos famosos pastores quienes antes de la pandemia predicaban desde sus púlpitos que dios los utilizaba para sanar. He conocido pastores famosos que predicaron —alguna vez— que dios les ha dado el don de sanar, pero... no sanaron a nadie y por infortunio perdieron la vida.
Cuántas personas habrá que aún le creen a pastores —que quizá con buena intención— les hace creer que pueden ser sanados. Lamentablemente aunque tengan buena intención lo único que están haciendo es provocar un daño al crear falsas expectativas.
Si algo pueden aprender mis amigos creyentes es que para que una enfermedad pueda ser curada es necesaria la investigación científica. Las oraciones e imposición de manos solo sirve como un placebo que puede ayudar con la ansiedad, sin embargo, no sirve de nada como un tratamiento que realmente ayude a curar. Si las oraciones funcionaran esta pandemia habría concluido desde hace varios meses.
Los pastores —o sanadores de la fe— deberían tomar conciencia de que son simplemente un ser humano sin «poderes enviados por dios»; también deben aprender a ser responsables en lugar de buscar justificaciones como: «dios sabe lo que hace», «si dios así lo decide nos cura a todos», «esto es un plan de dios», etc..
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